El
concepto de «hermenéutica» es relativamente nuevo dentro del pensamiento contemporáneo.
Cuando H. G. Gadamer (nacido en 1900) publica en 1960 Verdad y método, no
se atreve a ponerle el subtítulo Fundamentos de una hermenéutica filosófica,
por temor a que el libro no tuviera éxito en el ámbito de la filosofía
académica. Incluso había pensado titularlo Comprender y acontecer, como
dos conceptos centrales en el pensamiento del que había sido uno de sus
maestros: M. Heidegger. Sin embargo, quince años después de la primera edición,
la polémica levantada por el texto, en torno a varios te-mas centrales de la
hermenéutica, aconsejó que el libro llevase en el subtítulo el término
hermenéutica. Así pues, ha sido en los últimos años del siglo XX cuando la
hermenéutica se ha convertido en un concepto filosóficamente importante. Aunque
haya razones externas a la propia hermenéutica que han acelerado su éxito (las
crisis de la escolástica marxista (/marxismo), de la /filosofía analítica, del
/estructuralismo o del /existencialismo), son razones internas las que lo
justifican, sobre todo en un tiempo que exige compaginar la radicalidad de una
filosofía con vocación universal con la apropiación de las tradiciones
culturales.
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